Desgraciadamente ya hace días que hemos dejado las playas atrás. Ya hemos vuelto al trabajo. En casa o en la oficina. Pero en el trabajo. ¡Ya estamos otra vez!
Los primeros días de Septiembre normalmente son para revisar las cifras del mes de Agosto. Este año revisamos también las de los últimos tres meses para entender qué ha pasado desde que acabamos el confinamiento. Normalmente, son días para decidir cómo queremos cerrar el ejercicio. Para cortar o confirmar las inversiones hasta final de año, cuadrar el beneficio, alcanzar el presupuesto y poder decir que tenemos otro en el bolsillo. ¡Presupuesto! Son también los días en los que preparamos el del próximo año. ¡Normalmente!
Pero de normalidad no tenemos nada ahora. ¿Agosto? ¡Un desastre! ¿Los últimos tres meses? ¡Otro desastre! La decisión sobre las inversiones está tomada. Hace días que todo el mundo las ha cortado. ¿Y el Presupuesto del 2020? Nos lo podemos pintar al óleo. Será uno de los pocos que no habremos hecho.
Y aún así, nos piden que preparemos el del año que viene. Como cada año. Y si no sabemos que vamos a vender mañana, ¿cómo podemos estimar lo que podría ser un objetivo lógico para el próximo año? ¿Debemos detener nuestras organizaciones durante semanas para preparar cifras que sabemos, antes de empezar, que no servirán para nada? ¿Cifras que tendremos que cambiar cada mes una vez comience el año? ¿En el actual contexto debemos pararlo todo para "hacer números"? ¡Evitemos hacerlo! ¡No tiene ningún sentido!
Detengámonos, ¡sí! Pero para repensarlo todo. Démonos la oportunidad de pensar. De pensar de verdad. Salgamos todos de la rutina. De los charts que deben completarse. De las presentaciones de cifras y de los calendarios preestablecidos. Y pongámonos todos a pensar. Es el momento de las ideas. De las grandes ideas. Si son buenas, las cifras llegarán solas. Pero es ahora. No perdamos semanas preparando los presupuestos de siempre. ¡Este año hacemos un presupuesto de ideas!
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